Buenos Aires.- Hay muertes que sacuden al ámbito futbolístico, y una de ellas, sucedió hoy, con la partida de Tomás Felipe Carlovich, gran jugador de vuelo bajo, sin estridencias y con fuerte arraigo a su club de barrio. A pesar de poseer automóvil, solía moverse en bicicleta, y esa fue la excusa de los delincuentes que derribaron un mito viviente.
Un ex jugador de fútbol, vecino y amigo -Juan Carlos Lescano (wing derecho de Central Córdoba y River Plate)-, le había regalado al Trinche una nueva y reluciente bicicleta, con la que paseaba por la ciudad. Un fuerte golpe en la cabeza selló el trágico destino. Al momento de escribir estas líneas, estaría identificado y detenido el delincuente, un joven de 32 años.
Vale la pena un breve repaso a la carrera del exquisito volante central, devenido en enganche años más tarde, siempre con su zurda prodigiosa. Surgido de las inferiores de Rosario Central, dónde apenas jugó un partido, su figura quedó inmortalizada en Central Córdoba, dónde brilló en nueve años intercalados.
Carlovich, nacido en Rosario el 19 de abril de 1946, se desempeñó en Rosario Central (1969-1970), Flandria (1971), Central Córdoba (1972-1973, 1978 y 1980-1982), Independiente Rivadavia de Mendoza (1976), Colón de Santa Fe (1977), Deportivo Maipú de Mendoza (1978-1979), Andes Talleres de Mendoza (1979) y Newell´s Old Boys de Cañada de Gómez (1985).
Quedó para el recuerdo su histórica actuación para un combinado rosarino, enfrentando a la selección nacional, en un amistoso previo al mundial Alemania’74. Frente al conjunto de Miguel Brindisi y compañía, hubo un equipo conformado por cinco jugadores dela Lepra y el Canalla, además del crack Charrúa. La victoria con humillación quedó inmortalizada.
El combinado rosarino contaba en sus filas con el Mono Alfredo Obberti (nueve goleador en Huracán, Los Andes, Gremio de Brasil, y campeón con Newell´s), Mario Zanabria (enganche multiganador con Boca), y el enorme Matador Mario Kempes, entre otros grandes jugadores.
Varias voces prestigiosas hablaron con anterioridad del fallido protagonista. “El mejor jugador ya jugó en Rosario, y fue un tal Carlovich”, expresó Diego Armando Maradona, en su paso por el Rojinegro. Jorge Valdano aseveró, años atrás: “Marcelo Bielsa iba a verlo siempre, porque era el símbolo de fútbol romántico que ya no existe”.
Con sinceridad, otros ex-jugadores aportaron el costado anti profesional. “Tal vez le faltó el profesionalismo que se necesitaba, para el fútbol más competitivo”, dijo Carlos Aimar. El Colorado Killer fue más directo: “Llegaba siempre último a los entrenamientos. Siempre lo teníamos que estar esperando. Y a veces, si no lo ibas a buscar, no venía”.
Como sea, su talento lo pudo haber llevado al exterior, más precisamente, a Cosmos de Nueva York, dónde se retiró Pelé, y también en Francia. Nada ni nadie pudo cambiar su sentimiento, y optó por quedarse lejos del estrellato, y más cerca del anonimato.
Este genio nació en el barrio Belgrano de Rosario, y era el más chico de siete hermanos -cuatro varones y tres mujeres-. Eduardo y Juan aún viven, y también habían sido buenos jugadores, como casi todos los que aprendieron en los potreros de la zona oeste de la ciudad. Se jugaba sin zapatillas y con pelotas de goma, por muchas horas al día.
Quizás no haya sido casualidad que haya encontrado el triste final en Rosario, ya que la violencia y la criminalidad se volvió una marca registrada, desgraciadamente. Pero lo que quedó a salvo es la magia y la habilidad que dejó para siempre plasmado en su Charrúa adorado, dónde encontraba su felicidad. Nuestro fútbol lo recuerda y lo llora, de luto.
Por Carlos Alvarez | En Twitter:@LitoAlvarez1968